A. Mercantilismo
El desarrollo de los modernos nacionalismos a lo largo del siglo XVI desvió la atención de los pensadores de la época hacia cómo incrementar la riqueza y el poder de los estados nacionales.
El desarrollo de los modernos nacionalismos a lo largo del siglo XVI desvió la atención de los pensadores de la época hacia cómo incrementar la riqueza y el poder de los estados nacionales.
La política
económica que imperaba en aquella época, el mercantilismo, fomentaba el
autoabastecimiento de las naciones. Esta doctrina económica imperó en
Inglaterra y en el resto de Europa occidental desde el siglo XVI hasta el siglo
XVIII.
Los mercantilistas consideraban que la riqueza de una nación dependía de la cantidad de oro y plata que tuviese.
Los mercantilistas consideraban que la riqueza de una nación dependía de la cantidad de oro y plata que tuviese.
Aparte de las minas
de oro y plata descubiertas por España en el continente americano, una nación
sólo podía aumentar sus reservas de estos metales preciosos vendiendo más
productos a otros países de los que compraba.
El conseguir
una balanza de pagos con saldo positivo implicaba que los demás países tenían
que pagar la diferencia con oro y plata.
Los mercantilistas daban por sentado que su país estaría siempre en guerra con otros, o preparándose para la próxima contienda.
Los mercantilistas daban por sentado que su país estaría siempre en guerra con otros, o preparándose para la próxima contienda.
Si tenían oro y
plata, los dirigentes podrían pagar a mercenarios para combatir, como hizo el
rey Jorge III de Inglaterra durante la guerra de la Independencia
estadounidense.
En caso de
necesidad, el monarca también podría comprar armas, uniformes y comida para los
soldados. Jean. B. Colbert (1619-1683), ministro de Luis XIV, institucionalizó
la exportación de productos franceses para crear oro y a cuyos efectos
desarrolló de forma muy importante la industria gala.
Esta preocupación mercantilista por acumular metales preciosos también afectaba a la política interna.
Esta preocupación mercantilista por acumular metales preciosos también afectaba a la política interna.
Era imprescindible
que los salarios fueran bajos y que la población creciese. Una población
numerosa y mal pagada produciría muchos bienes a un precio lo suficiente bajo
como para poder venderlos en el exterior.
Se obligaba a la
gente a trabajar jornadas largas, y se consideraba un despilfarro el consumo de
té, ginebra, tejidos de seda, entre otros.
De esta
filosofía también se deducía que era positivo para la economía de un país el
trabajo infantil. Un autor mercantilista tenía un plan para los niños de los
pobres: "cuando estos niños tienen cuatro años, hay que llevarlos al
asilo para pobres de la región, donde se les enseñará a leer durante dos horas
al día, y se les tendrá trabajando el resto del día en las tareas que mejor se
ajusten a su edad, fuerza y capacidad".
B. Fisiocracia
Esta doctrina económica estuvo en boga en Francia durante la segunda mitad del siglo XVIII y surgió como una reacción ante las políticas restrictivas del mercantilismo.
B. Fisiocracia
Esta doctrina económica estuvo en boga en Francia durante la segunda mitad del siglo XVIII y surgió como una reacción ante las políticas restrictivas del mercantilismo.
El fundador de
la escuela, François Quesnay, era médico de cabecera en la corte del rey Luis
XV. Su libro más conocido, Tableau Économique (1758), intentaba establecer los
flujos de ingresos en una economía, anticipándose a la contabilidad
nacional, creada en el siglo XX. Según los fisiócratas, toda la riqueza
era generada por la agricultura; gracias al comercio, esta riqueza pasaba de
los agricultores al resto de la sociedad. Los fisiócratas eran partidarios del
libre comercio y del laissez-faire (doctrina que defiende que los gobiernos no
deben intervenir en la economía).
También
sostenían que los ingresos del Estado tenían que provenir de un único impuesto
que debía gravar a la actividad primaria, la única fuente de riqueza para
ellos. Adam Smith conoció a los principales fisiócratas y escribió sobre sus
doctrinas, casi siempre de forma positiva.
C. Escuela Clásica
Como cuerpo teórico coherente, la escuela clásica de pensamiento económico parte de los escritos de Smith, continúa con la obra de los economistas británicos Thomas Robert Malthus y David Ricardo, y culmina con la síntesis de John Stuart Mill, discípulo de Ricardo.
C. Escuela Clásica
Como cuerpo teórico coherente, la escuela clásica de pensamiento económico parte de los escritos de Smith, continúa con la obra de los economistas británicos Thomas Robert Malthus y David Ricardo, y culmina con la síntesis de John Stuart Mill, discípulo de Ricardo.
Aunque fueron
frecuentes las divergencias entre los economistas desde la publicación de La
Riqueza de las Naciones (1776) de Smith hasta la de Principios de
Economía Política (1848) de Mill, los economistas pertenecientes a esta escuela
coincidían en los conceptos principales. Todos defendían la propiedad privada,
los mercados y creían, como decía Mill, que "sólo a través del principio
de la competencia tiene la economía política una pretensión de ser
ciencia".
Compartían la
desconfianza de Smith hacia los gobiernos, y su fe ciega en el poder del
egoísmo y su famosa "mano invisible", que hacía posible que el
bienestar social se alcanzara mediante la búsqueda individual del interés
personal.
Los clásicos tomaron
de Ricardo el concepto de rendimientos decrecientes, que afirma que a medida
que se aumenta la fuerza de trabajo y el capital que se utiliza para labrar la
tierra, disminuyen los rendimientos o, como decía Ricardo, "superada
cierta etapa, no muy avanzada, el progreso de la agricultura disminuye de una forma
paulatina".
El alcance de la ciencia económica se amplió de manera considerable cuando Smith subrayó el papel del consumo sobre el de la producción. Smith confiaba en que era posible aumentar el nivel general de vida del conjunto de la comunidad.
El alcance de la ciencia económica se amplió de manera considerable cuando Smith subrayó el papel del consumo sobre el de la producción. Smith confiaba en que era posible aumentar el nivel general de vida del conjunto de la comunidad.
Defendía que era
esencial permitir que los individuos intentaran alcanzar su propio bienestar
como medio para aumentar la prosperidad de toda la sociedad.
En el lado opuesto, Malthus, en su conocido e influyente Ensayo sobre el Principio de la Población (1798), planteaba la nota pesimista dela Escuela Clásica ,
En el lado opuesto, Malthus, en su conocido e influyente Ensayo sobre el Principio de la Población (1798), planteaba la nota pesimista de
al afirmar que las
esperanzas de mayor prosperidad se escollarían contra la roca de un excesivo
crecimiento de la
población. Según Malthus , los alimentos sólo aumentaban
adecuándose a una progresión aritmética (2-4-6-8-10, etc.), mientras que la
población se duplicaba cada generación (2-4-8-16-32, etc.), salvo que esta
tendencia se controlara, o por la naturaleza o por la propia prudencia de la especie. Malthus
sostenía que el control natural era "positivo": "El poder de la
población es tan superior al poder de la tierra para permitir la subsistencia
del hombre, que la muerte prematura tiene que frenar hasta cierto punto el
crecimiento del ser humano". Este procedimiento de frenar el crecimiento eran
las guerras, las epidemias, la peste, las plagas, los vicios humanos y las
hambrunas, que se combinaban para controlar el volumen de la población mundial
y limitarlo a la oferta de alimentos.
La única forma de escapar a este imperativo de la humanidad y de los horrores de un control positivo de la naturaleza, era la limitación voluntaria del crecimiento de la población, no mediante un control de natalidad, contrario a las convicciones religiosas de Malthus, sino retrasando la edad nupcial, reduciendo así el volumen de las familias. Las doctrinas pesimistas de este autor clásico dieron a la economía el sobrenombre de "ciencia lúgubre".
Los Principios de Economía Política de Mill constituyeron el centro de esta ciencia hasta finales del siglo XIX.
La única forma de escapar a este imperativo de la humanidad y de los horrores de un control positivo de la naturaleza, era la limitación voluntaria del crecimiento de la población, no mediante un control de natalidad, contrario a las convicciones religiosas de Malthus, sino retrasando la edad nupcial, reduciendo así el volumen de las familias. Las doctrinas pesimistas de este autor clásico dieron a la economía el sobrenombre de "ciencia lúgubre".
Los Principios de Economía Política de Mill constituyeron el centro de esta ciencia hasta finales del siglo XIX.
Aunque Mill
aceptaba las teorías de sus predecesores clásicos, confiaba más en la
posibilidad de educar a la clase obrera para que limitase su reproducción de lo
que lo hacían Ricardo y Malthus.
Además, Mill era un
reformista que quería gravar con fuerza las herencias, e incluso permitir que
el gobierno asumiera un mayor protagonismo a la hora de proteger a los niños y
a los trabajadores.
Fue muy crítico con
las prácticas que desarrollaban las empresas y favorecía la gestión cooperativa
de las fábricas por parte de los trabajadores. Mill representó un puente entre
la economía clásica del laissez-faire y el Estado de Bienestar.
Acerca de los mercados, los economistas clásicos aceptaban la "ley de Say", formulada por el economista francés Jean Baptiste Say.
Acerca de los mercados, los economistas clásicos aceptaban la "ley de Say", formulada por el economista francés Jean Baptiste Say.
Esta ley
sostiene que el riesgo de un desempleo masivo en una economía competitiva es
despreciable, porque la oferta crea su propia demanda, limitada por la cantidad
de mano de obra y los recursos naturales disponibles para producir.
Cada aumento
de la producción aumenta los salarios y los demás ingresos que se necesitan
para poder comprar esa cantidad adicional producida.
D. Marxismo (algunos autores lo ponen dentro dela Escuela Clásica )
La oposición ala
Escuela Clásica provino de los primeros autores socialistas,
como el filósofo social francés Claude Henri de Rouvroy conde de Saint-Simon, y
el utópico británico Robert Owen. Sin embargo, fue Karl Marx el autor de las
teorías económicas socialistas más importantes, manifiestas en su principal trabajo,
El Capital (3 vols., 1867-1894).
Para la perspectiva clásica del capitalismo, el marxismo representó una seria recusación, aunque no dejaba de ser, en algunos aspectos, una variante de la temática clásica.
D. Marxismo (algunos autores lo ponen dentro de
La oposición a
Para la perspectiva clásica del capitalismo, el marxismo representó una seria recusación, aunque no dejaba de ser, en algunos aspectos, una variante de la temática clásica.
Por ejemplo,
Marx adoptó la teoría del valor trabajo de Ricardo. Con algunas matizaciones,
Ricardo explicó que los precios eran la consecuencia de la cantidad de trabajo
que se necesitaba para producir un bien.
Ricardo
formuló esta teoría del valor para facilitar el análisis, de forma que se
pudiera entender la diversidad de precios.
Para Marx, la
teoría del valor trabajo representaba la clave del modo de proceder del
capitalismo, la causa de todos los abusos y de toda la explotación generada por
un sistema injusto.
Exiliado de Alemania, Marx pasó muchos años en Londres, donde vivió gracias a la ayuda de su amigo y colaborador Friedrich Engels, y a los ingresos derivados de sus ocasionales contribuciones enla prensa. Desarrolló
su extensa teoría en la biblioteca del Museo Británico.
Exiliado de Alemania, Marx pasó muchos años en Londres, donde vivió gracias a la ayuda de su amigo y colaborador Friedrich Engels, y a los ingresos derivados de sus ocasionales contribuciones en
Los estudios
históricos y los análisis económicos de Marx convencieron a Engels de que los
beneficios y los demás ingresos procedentes de una explotación sin escrúpulos
de las propiedades y las rentas son el resultado del fraude y el poder que
ejercen los fuertes sobre los débiles. Sobre esta crítica se alza la
crítica económica que desemboca en la certificación histórica de la lucha de
clases.
La "acumulación primitiva" en la historia económica de Inglaterra fue posible gracias a la delimitación y al cercamiento de las tierras.
La "acumulación primitiva" en la historia económica de Inglaterra fue posible gracias a la delimitación y al cercamiento de las tierras.
Durante los siglos
XVII y XVIII los terratenientes utilizaron su poder en el Parlamento para
quitar a los agricultores los derechos que por tradición tenían sobre las
tierras comunales. Al privatizar estas tierras, empujaron a sus víctimas a las
ciudades y a las fábricas.
Sin tierras ni herramientas, los hombres, las mujeres y los niños tenían que trabajar para conseguir un salario.
Sin tierras ni herramientas, los hombres, las mujeres y los niños tenían que trabajar para conseguir un salario.
Así, el
principal conflicto, según Marx, se producía entre la denominada clase
capitalista, que detentaba la propiedad de los medios de producción (fábricas y
máquinas) y la clase trabajadora o proletariado, que no tenía nada, salvo sus
propias manos.
La
explotación, eje de la doctrina de Karl Marx, se mide por la capacidad de los
capitalistas para pagar sólo salarios de subsistencia a sus empleados,
obteniendo de su trabajo un beneficio (o plusvalía), que era la diferencia
entre los salarios pagados y los precios de venta de los bienes en los
mercados.
Aunque en el Manifiesto Comunista (1848) Marx y Engels pagaban un pequeño tributo a los logros materiales del capitalismo, estaban convencidos que estos logros eran transitorios y que las contradicciones inherentes al capitalismo y al proceso de lucha de clases terminarían por destruirlo, al igual que en el pasado había ocurrido con el extinto feudalismo medieval.
A este respecto, los escritos de Marx se alejan de la tradición de la economía clásica inglesa, siguiendo la metafísica del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, el cual consideraba que la historia de la humanidad y de la filosofía era una progresión dialéctica: tesis, antítesis y síntesis. Por ejemplo, una tesis puede ser un conjunto de acuerdos económicos, como el feudalismo o el capitalismo. Su contrapuesto, o antítesis, sería, por ejemplo, el socialismo, como sistema contrario al capitalismo. La confrontación de la tesis y la antítesis daría paso a una evolución, que sería la síntesis, en este caso, el comunismo que permite combinar la tecnología capitalista con la propiedad pública de las fábricas y las granjas.
A largo plazo, Marx creía que el sistema capitalista desaparecería debido a que su tendencia a acumular la riqueza en unas pocas manos provocaría crecientes crisis debidas al exceso de oferta y a un progresivo aumento del desempleo.
Aunque en el Manifiesto Comunista (1848) Marx y Engels pagaban un pequeño tributo a los logros materiales del capitalismo, estaban convencidos que estos logros eran transitorios y que las contradicciones inherentes al capitalismo y al proceso de lucha de clases terminarían por destruirlo, al igual que en el pasado había ocurrido con el extinto feudalismo medieval.
A este respecto, los escritos de Marx se alejan de la tradición de la economía clásica inglesa, siguiendo la metafísica del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, el cual consideraba que la historia de la humanidad y de la filosofía era una progresión dialéctica: tesis, antítesis y síntesis. Por ejemplo, una tesis puede ser un conjunto de acuerdos económicos, como el feudalismo o el capitalismo. Su contrapuesto, o antítesis, sería, por ejemplo, el socialismo, como sistema contrario al capitalismo. La confrontación de la tesis y la antítesis daría paso a una evolución, que sería la síntesis, en este caso, el comunismo que permite combinar la tecnología capitalista con la propiedad pública de las fábricas y las granjas.
A largo plazo, Marx creía que el sistema capitalista desaparecería debido a que su tendencia a acumular la riqueza en unas pocas manos provocaría crecientes crisis debidas al exceso de oferta y a un progresivo aumento del desempleo.
Para Marx, la
contradicción entre los adelantos tecnológicos, y el consiguiente aumento de la
eficacia productiva y la reducción del poder adquisitivo que impediría adquirir
las cantidades adicionales de productos, sería la causa del hundimiento del
capitalismo.
Según Marx, las crisis del capitalismo se reflejarían en un desplome de los beneficios, una mayor conflictividad entre trabajadores y empresarios e importantes depresiones económicas.
Según Marx, las crisis del capitalismo se reflejarían en un desplome de los beneficios, una mayor conflictividad entre trabajadores y empresarios e importantes depresiones económicas.
El resultado
de esta lucha de clases culminaría en la revolución y en el avance hacia, en
primer lugar, el socialismo, para al fin avanzar hacia la implantación gradual
del comunismo.
En una primera etapa
todavía sería necesario tener un Estado que eliminara la resistencia de los
capitalistas. Cada trabajador sería remunerado en función de su aportación a la
sociedad.
Cuando se
implantara el comunismo, el Estado, cuyo objetivo principal consiste en oprimir
a las clases sociales, desaparecería, y cada individuo percibiría, en ese
porvenir utópico, en razón de sus necesidades.
E. Escuela Neoclásica
La economía clásica partía del principio de escasez, como lo muestra la ley de rendimientos decrecientes y la doctrina malthusiana sobre la población.
E. Escuela Neoclásica
La economía clásica partía del principio de escasez, como lo muestra la ley de rendimientos decrecientes y la doctrina malthusiana sobre la población.
A partir de la
década de 1870, los economistas neoclásicos como William Stanley Jevons en Gran
Bretaña, Léon Walras en Suiza, y Karl Menger en Austria, imprimieron un giro a
la economía, abandonaron las limitaciones de la oferta para centrarse en la
interpretación de las preferencias de los consumidores en términos
psicológicos.
Al fijarse en
el estudio de la utilidad o satisfacción obtenida con la última unidad, o
unidad marginal, consumida, los neoclásicos explicaban la formación de los
precios, no en función de la cantidad de trabajo necesaria para producir los
bienes, como en las teorías de Ricardo y de Marx, sino en función de la
intensidad de la preferencia de los consumidores en obtener una unidad
adicional de un determinado producto.
El economista británico Alfred Marshall, en su obra maestra, Principios de Economía (1890), explicaba la demanda a partir del principio de utilidad marginal, y la oferta a partir del coste marginal (coste de producir la última unidad).
El economista británico Alfred Marshall, en su obra maestra, Principios de Economía (1890), explicaba la demanda a partir del principio de utilidad marginal, y la oferta a partir del coste marginal (coste de producir la última unidad).
En los
mercados competitivos, las preferencias de los consumidores hacia los bienes
más baratos y la de los productores hacia los más caros, se ajustarían para
alcanzar un nivel de equilibrio. Ese precio de equilibrio sería aquel que
hiciera coincidir la cantidad que los compradores quieren comprar con la que
los productores desean vender.
Este equilibrio también se alcanzaría en los mercados de dinero y de trabajo. En los mercados financieros, los tipos de interés equilibrarían la cantidad de dinero que desean prestar los ahorradores y la cantidad de dinero que desean pedir prestado los inversores.
Este equilibrio también se alcanzaría en los mercados de dinero y de trabajo. En los mercados financieros, los tipos de interés equilibrarían la cantidad de dinero que desean prestar los ahorradores y la cantidad de dinero que desean pedir prestado los inversores.
Los
prestatarios quieren utilizar los préstamos que reciben para invertir en
actividades que les permitan obtener beneficios superiores a los tipos de
interés que tienen que pagar por los préstamos.
Por su parte,
los ahorradores cobran un precio a cambio de ceder su dinero y posponer la
percepción de la utilidad que obtendrán al gastarlo. En el mercado de trabajo
se alcanza asimismo un equilibrio.
En los mercados de
trabajo competitivos, los salarios pagados representan, por lo menos, el valor
que el empresario otorga a la producción obtenida durante las horas trabajadas,
que tiene que ser igual a la compensación que desea recibir el trabajador a
cambio del cansancio y el tedio laboral.
La doctrina neoclásica es, de forma implícita, conservadora. Los defensores de esta doctrina prefieren que operen los mercados competitivos a que haya una intervención pública.
La doctrina neoclásica es, de forma implícita, conservadora. Los defensores de esta doctrina prefieren que operen los mercados competitivos a que haya una intervención pública.
Al menos hasta la Gran Depresión de
la década de 1930, se defendía que la mejor política era la que reflejaba el
pensamiento de Adam Smith: bajos impuestos, ahorro en el gasto público y
presupuestos equilibrados.
A los neoclásicos no
les preocupa la causa de la riqueza, explican que la desigual distribución de
ésta y de los ingresos se debe en gran medida a los distintos grados de
inteligencia, talento, energía y ambición de las personas.
Por lo tanto,
el éxito de cada individuo depende de sus características individuales, y no de
que se beneficien de ventajas excepcionales en el sentido que hablaba Marx.
En las
sociedades capitalistas, la economía neoclásica es la doctrina predominante a
la hora de explicar la formación de los precios y el origen de los ingresos.
De hecho la
mayor parte de la Microeconomía que se estudia hoy en las universidades (a
nivel de grado) se la debemos principalmente a ellos.
F. Economía Keynesiana
John Maynard Keynes fue alumno de Alfred Marshall y defensor de la economía neoclásica hasta la década de 1930.La Gran Depresión
sorprendió a economistas y políticos por igual.
F. Economía Keynesiana
John Maynard Keynes fue alumno de Alfred Marshall y defensor de la economía neoclásica hasta la década de 1930.
Los economistas
siguieron defendiendo, a pesar de la experiencia contraria, que el tiempo y la
naturaleza restaurarían el crecimiento económico si los gobiernos se abstenían
de intervenir en el proceso económico. Por desgracia, los antiguos remedios no
funcionaron.
En Estados
Unidos, la victoria en las elecciones presidenciales de Franklin D. Roosevelt
(1932) sobre Herbert Hoover marcó el final político de las doctrinas del
laissez-faire.
Se necesitaban nuevas políticas y nuevas explicaciones, que fue lo que en ese momento proporcionó Keynes.
Se necesitaban nuevas políticas y nuevas explicaciones, que fue lo que en ese momento proporcionó Keynes.
En su ya
citada Teoría general (1936), aparecía un axioma central que puede resumirse en
dos grandes afirmaciones: (1) las teorías existentes sobre el desempleo no
tenían ningún sentido; ni un nivel de precios elevado ni unos salarios altos
podían explicar la persistente depresión económica y el desempleo generalizado;
(2) por el
contrario, se proponía una explicación alternativa a estos fenómenos que giraba
en torno a lo que se denominaba demanda agregada, es decir, el gasto total de
los consumidores, los inversores y las instituciones públicas.
Cuando la
demanda agregada es insuficiente, decía Keynes, las ventas disminuyen y se
pierden puestos de trabajo; cuando la demanda agregada es alta y crece, la
economía prospera.
A partir de estas dos afirmaciones genéricas, surgió una poderosa teoría que permitía explicar el comportamiento económico.
A partir de estas dos afirmaciones genéricas, surgió una poderosa teoría que permitía explicar el comportamiento económico.
Esta
interpretación constituye la base de la macroeconomía contemporánea. Puesto que
la cantidad de bienes que puede adquirir un consumidor está limitada por los
ingresos que éste percibe, los consumidores no pueden ser responsables de los
altibajos del ciclo económico.
Por lo tanto,
las fuerzas motoras de la economía son los inversores (los empresarios) y los
gobiernos. Durante una recesión, y también durante una depresión económica, hay
que fomentar la inversión privada o, en su defecto, aumentar el gasto público.
Si lo que se produce
es una ligera contracción, hay que facilitar la concesión de créditos y reducir
los tipos de interés (substrato fundamental de la política monetaria), para
estimular la inversión privada y restablecer la demanda agregada, aumentándola
de forma que se pueda alcanzar el pleno empleo.
Si la
contracción de la economía es grande, habrá que incurrir en déficit presupuestarios,
invirtiendo en obras públicas o concediendo subvenciones a fondo perdido a los
más perjudicados.
G. Economía Analítica
Tanto la teoría neoclásica de los precios como la teoría keynesiana de los ingresos han sido desarrolladas de forma analítica por matemáticos, utilizando técnicas de cálculo, álgebra lineal y otras sofisticadas técnicas de análisis cuantitativo.
G. Economía Analítica
Tanto la teoría neoclásica de los precios como la teoría keynesiana de los ingresos han sido desarrolladas de forma analítica por matemáticos, utilizando técnicas de cálculo, álgebra lineal y otras sofisticadas técnicas de análisis cuantitativo.
En la especialidad
denominada econometría se une la ciencia económica con la matemática y la estadística. Los
económetras crean modelos que vinculan cientos, a veces miles de ecuaciones,
para intentar explicar el comportamiento agregado de una economía.
Los modelos
econométricos son utilizados por empresas y gobiernos como herramientas de
predicción, aunque su grado de precisión no es ni mayor ni menor que cualquier
otra técnica de previsión del futuro.
El análisis operativo y el análisis input-output son dos especialidades en las que cooperan los expertos en análisis económico y los matemáticos.
El análisis operativo y el análisis input-output son dos especialidades en las que cooperan los expertos en análisis económico y los matemáticos.
El análisis
operativo subraya la necesidad de plantear los problemas de una manera
sistemática.
Por lo general, se
trata de coordinar los distintos departamentos y las diferentes operaciones que
tienen lugar en el seno de una corporación que dirige varias fábricas,
produciendo muchos bienes, por lo que hay que utilizar las instalaciones de
forma que se puedan minimizar los costes y maximizar la eficiencia.
Para ello se acude a
ingenieros, economistas, psicólogos, estadísticos y matemáticos.
Según su propio creador, el economista estadounidense de origen ruso Wassily Leontief, las tablas input-output "describen el flujo de bienes y servicios entre todos los sectores industriales de una economía durante determinado periodo". Aunque la construcción de esta tabla es muy compleja, este método ha revolucionado el pensamiento económico. Hoy está muy extendido como método de análisis, tanto en los países socialistas como en los capitalistas.
H. El debate macroeconómio actual: Nuevos Clásicos versus Nuevos Keynesianos
Ya en las últimas décadas se han asentado dos tradiciones intelectuales en macroeconomía.
Según su propio creador, el economista estadounidense de origen ruso Wassily Leontief, las tablas input-output "describen el flujo de bienes y servicios entre todos los sectores industriales de una economía durante determinado periodo". Aunque la construcción de esta tabla es muy compleja, este método ha revolucionado el pensamiento económico. Hoy está muy extendido como método de análisis, tanto en los países socialistas como en los capitalistas.
H. El debate macroeconómio actual: Nuevos Clásicos versus Nuevos Keynesianos
Ya en las últimas décadas se han asentado dos tradiciones intelectuales en macroeconomía.
Una cree que los
mercados funcionan mejor si no se interviene en ellos -los
monetaristas, los nuevos clásicos-; la otra cree que la intervención del
gobierno puede mejorar notablemente el funcionamiento de la economía
-keynesianos, nuevos keynesianos-.
El aporte de
ambas tradiciones está dado por los refinamientos que vienen haciendo a las
bases de la teoría económica -desarrolladas principalmente por las escuelas
clásica, neoclásica y keynesiana-, bases que han dado forma al núcleo teórico
hoy vigente y a partir del cual los gobiernos fundamentan sus políticas
económicas.
De esta forma, en los años sesenta el debate entre estas dos tradiciones involucraba por un lado a los monetaristas, encabezados por Milton Friedman, y del otro a los seguidores de Keynes, entre ellos Franco Modigliani y James Tobin.
De esta forma, en los años sesenta el debate entre estas dos tradiciones involucraba por un lado a los monetaristas, encabezados por Milton Friedman, y del otro a los seguidores de Keynes, entre ellos Franco Modigliani y James Tobin.
Ya en los años
setenta, el debate sobre los mismos temas convirtió a los nuevos
macroeconomistas clásicos en protagonistas.
Esta escuela, que ha
mantenido su influencia en los ochenta y noventa, cuenta entre sus líderes a
Robert Lucas,
Thomas Sargent,
Robert Barro, Edward Prescott y Neil Wallace, que comparten con Friedman muchos
puntos de vista sobre política económica. Conciben el mundo como un lugar donde
los individuos actúan racionalmente buscando su propio interés en mercados que
se ajustan rápidamente a condiciones cambiantes.
Para ellos, la
intervención del gobierno sólo consigue empeorar las cosas.
Pero si bien los nuevos clásicos siguen teniendo una gran influencia en la macroeconomía actual, en los ochenta surgió una nueva generación de académicos, los nuevos keynesianos, formados en la tradición keynesiana, aunque han ido más allá dela misma. Se
destacan en esta corriente George Akerlof, Janet Yellen, Oliver Blanchard, Greg
Mankiw, Larry Summers y Ben Bernanke -este último hoy mencionado como posible
sucesor de Greenspan en el FED-.
Ellos no creen que los
mercados se vacíen siempre, sino que intentan comprender y explicar exactamente
por qué puede ser que esto no ocurra.
Pero si bien los nuevos clásicos siguen teniendo una gran influencia en la macroeconomía actual, en los ochenta surgió una nueva generación de académicos, los nuevos keynesianos, formados en la tradición keynesiana, aunque han ido más allá de